Thursday, June 23, 2016




La primera vez que vi "Matar a un Ruiseñor", que serán unos diez años atrás, y acorde a lo que estaba acostumbrada a ver de cine, me pareció una película algo lenta en el desarrollo temporal, tornándose a ratos tediosa. No así el argumento: la discriminación y odio racial, junto a una adorable y hermosa recreación de una paternidad emocional, me parecieron fabulosas.
En primer lugar, la forma en que se trató la segregación de las personas "de color" fue formidable, pues se filmó en un EEUU que pronto presenciaría el famoso y aclamado "I have a dream",surgirían unos pocos años más tarde el partido Pantera Negra y se internacionalizaría el saludo del Poder Negro en los Juegos Olímpicos de México en 1968.
Y, por otro lado, esa paternidad emocional de un hombre extraordinario y loable tenía más que merecido ese Oscar como mejor actor por la interpretación. Padres así escasean en estos tiempos, por lo que verlo no deja de sorprender. (Ojalá varios hombres vieran la película en este sentido.)
Y, finalmente, la labor del abogado: notable cómo demostró la inocencia de Tom Robinson. Injusticias como éstas están a la orden del día. Algún día espero que la Justicia vuelva a ponerse la venda en los ojos y que no decida mirando a las personas, sino que mirando el Derecho.
(Sofía Murray M.)

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